jueves, 25 de febrero de 2016

COMO SI NADA


Hubo un tiempo no muy extenso en el que tuve cuatro macetitas con sus correspondientes plantas regentando la ventana de la habitación donde duermo y a veces vivo. Aún no sé qué fue mal. De pronto (por decirlo de alguna manera, porque no creo en los "de pronto", más bien pienso que de pronto vemos las cosas, pero no de pronto se forjan), todas a la vez se empezaron a secar. Así.

"Joder, qué mierda", me dije, porque sí, porque mi voz interior suelta aún más tacos que mi voz social. "Si os he regado y todo lo demás, ¿qué mierda os ha pasado? ¿os ha secado el sol las putas ganas de vivir? ¿tanto ha llovido?"... Y me enfadé. Hasta tal punto me enfadé que ya no tuve ganas de hablarles más ni de retirar sus restos siquiera, así es que ahí se quedaron las cuatro, quiero decir los cuatro féretros, los cuatro tiestos con las plantas moribundas, o a saber si agonizantes, adornando mis barrotes.

Igual el haberlas dejado ahí fue un acto involuntario o reflejo, o involuntario y reflejo, consecuencia de mis más profundos deseos de pasar olímpicamente de todo. El caso es que se quedaron ahí. Pasaron días, semanas e irremediablemente meses y, vaya, otro "de pronto": de pronto en uno de los tiestos empezó a crecer algo verde, muy muy verde. Yo de botánica, como de muchas cosas, no sé un pimiento, a pesar de que puedo enlazar pimiento y botánica en la misma frase, pero la realidad es que me gustaban el tono, la viveza y la forma de las hojillas tímidas pero descaradas que brotaban como si nada (y además de verdad, porque fue gracias a mi "como si nada" como brotaron).

Luego ya, las que fueron una maceta de margaritas, otra de "mala madre" y otra de violeta africana miraban con sus ojos muertos a la intrusa que había hecho suya la tierra de un ya difunto geranio. Yo, por mi parte, miro con asombro a la usurpadora de sustrato que ahora luce unas cosas verdes y tiesas que a mí, sin saber exactamente por qué, me maravillan. Posiblemente despiertan mi lado planta.

jueves, 18 de febrero de 2016

ESTAR


Estar. Eso es lo más importante al final, seguir estando, permanecer, perdurar y no dejar el hueco, tu hueco, el hueco de cada uno. Por eso peleamos, por eso abrimos los ojos cada día, por eso pensamos con preocupación en el mañana que siempre es el hoy una y otra vez, sólo por eso en realidad. Con tintes, con especias, con condimentos en forma de familia, de hijos, de pareja, de padres, de trabajo, de aficiones, de altruismo incluso, y hasta de vacío ponzoñoso. Pero no queremos dejar de estar, es supervivencia pura y dura, instinto; y no es malo ni bueno, es lo que es. Es ese egoísmo intrínseco en el ser humano lo que mueve el mundo, aparte del amor que dicen o del dinero, es más sencillo, es estar y aferrarse al hueco, al de uno, con las uñas, con los dientes, los buenos condimentando su proceso con cosas buenas y los malos, haciendo lo propio a su manera. Estar porque es lo que sabemos hacer y lo que nuestra consciencia alcanza a concebir. Estar.