viernes, 2 de junio de 2017

FELICIDADES ES PLURAL


Existen cumpleaños modestos, con escaso jolgorio y celebraciones justas, cumpleaños multitudinarios, con invitados que nadie conoce y caretas sin gomillas, hay cumpleaños tristes, sin tarta, sin apenas nadie - o nadie - y con los pesares de las arrugas y los despropósitos. Hay cumpleaños estándar, con felicitaciones sinceras y regalos elegidos, y tensos, y lacios, y desproporcionados y hasta violentos los hay. Y luego están los que yo llamo cumpleaños huecos. Y así los nombro porque sin remedio alguno mi capacidad sinestésica me hace ver en el cinemascope de mi cabeza una especie de masa formada por anillos o circunferencias concéntricas. Son algo así como capas de distintos colores. Hay una capa plagada de flores formando una guirnalda circular, hay otra capa con regalos deliciosamente envueltos; acercándose al centro le sigue una capa llena de sol y brisa cálida, luego otra más que sabe y huele a carne recién guisada, y otra que está hecha de poros, de abrazos, de manos que se entrelazan y de calor corporal; y hay una última capa de un color que no es de este mundo y que se asemeja al verde y en donde se puede apreciar una mezcla de almas - no queráis saber qué forma tienen, la tienen -, a veces me parecen muchas formando una sola y la mayoría de las veces me parecen ser sólo dos. En el centro, presidiendo la aureola mágica, y como cabría esperar, va la persona cumpleañera, sin cara, sin cuerpo, sin nada tangible aunque pueda verla bien, la sinestesia es así . Por eso yo los llamo cumpleaños huecos, porque en mi bola de colores de este día el centro hace ya tiempo luce vacío. Desde luego son asuntos de imágenes mentales, bien distintas a las imágenes del espíritu que se amontonan sin dejar espacio hasta el punto de maravillarme al comprobar cómo siempre cabe algo más. Esas nunca dejan de crecer, aumentan y aumentan en número, en calidad, vívidas y puras, siempre festivas aun cuando antaño, quizá,  no lo fueron tanto.