lunes, 14 de diciembre de 2015

PEQUEÑO CUENTO DE ANTES DE NAVIDAD

Había una vez un pintor que vivía en una de esas ciudades grises y empedradas en las que cualquier atisbo de belleza luce como magia. No era un pintor famoso, ni siquiera cotizado, pero quienes lo conocían sabían que sus manos valían un mundo y que su alma, de la que brotaba tanta pureza, era blanca y grande, como pocas.

Pintaba dulce y sincero, como las palabras de un enamorado o como el llanto de un chiquillo. No sabía de técnicas y pintaba únicamente movido por su instinto, pero sabía reflejar en sus obras la vida, lo bello, lo triste, lo duro, lo alegre, las bajezas humanas y el amor puro.

Vivía humildemente en un apartamento con balcón y macetas, junto a su amada. Se querían. A pesar de todo, a pesar del hambre que acechaba, a pesar de las facturas y del frío se querían.

Hubo un tiempo en que vendió bien muchas de sus obras y con eso vivieron, y vivían, pero ahora igual que antaño, de nuevo parecía ser invisible. Nadie apreciaba el arte de sus manos o, al menos, nadie pagaba por él.

Una tarde, mientras él miraba la nada de un lienzo vacío junto al balcón, ella se le acercó solemne, pausada, portando algo en sus brazos. Lo envolvía una tela preciosa y cara, verde, como los buenos años.

- ¿Por qué no lo expones? Nos dará dinero.

Él saltó hacia atrás en su taburete, contrariado, molesto.

- ¿Estás loca?

- No, estoy preocupada. Pronto no tendremos para comer y sabes que este cuadro es tu obra maestra! Ya te ofrecieron por él lo mismo que por veinte de los demás y no quisiste...

- Ni quiero! Cállate, mujer!

- No te entiendo, al fin y al cabo no es más que un lienzo y...

- Eso no es verdad. No es un lienzo, es el tuyo. Lo hice para ti, por ti, pensando en ti. Cada una de sus pinceladas son caricias que posé en tus entrañas, cada uno de sus colores son los tonos de tu risa en mis oídos, cada trazo, cada línea son los lazos del amor que te profeso... No podría soportar verlo expuesto siquiera, no podría soportar que al mirarlo otros ojos lo hicieran suyo, ni que despertara otros sentimientos en ellos, intrusos; no soportaría que descubrieran mi desnudez, no por vergüenza, sino porque te pertenece... No quisiera que fuera uno más en medio del resto, aun siendo el mejor. No quisiera que fuera otra cosa distinta a lo que fue el día que te lo entregué. Y así ha de seguir siendo, tuyo porque es mío y mío porque es tuyo.

Nunu Macías.

jueves, 26 de noviembre de 2015

SUCEDÁNEOS

Fui de sucedáneos casi de siempre. Yo no tuve Barbie, tuve Darling, que era una muchacha rubia, con más carne plasticosa que la Barbie y con menos tetas que ella y que, para más inri, tenía dos pies que eran dos barcas. Tampoco tomaba Coca-cola, yo era de La Casera (un vaso al día de los de toda la vida, no era de tubo, era rechoncho y bajito, de los del café de la sobremesa); las zapatillas de deporte para el cole se las compraba mi madre al Bizco (que dios lo tenga en su gloria), que era un señor de mirada difícil que colocaba cada día su puesto de zapatos y babuchas en la trascuesta de la plaza de abastos. No tuve Adidas ni Nike, ni Reebok hasta muy muy tarde, eso sí, tuve unas J´hayber que heredé de mi hermano y que mi hermano heredó de mis primos y que, probablemente, a día de hoy calce algún chaval en alguna parte del mundo, carne de perro eran. Mi Colacao era cacao soluble Vivó, que era la marca blanca del supermercado de pueblo de siempre, vamos, del único supermercado medio grande que se atrevió a abrir por aquel entonces, amarillo y rojo también era el bote. El primer perro que tuvimos en casa era eso, un perro, no llevaba chip ni pedigrí, pero tenía unos pelos muy largos color canela que requerían un cuidado exhaustivo y que lavábamos con un champú de un bote grande y aparatoso en el que únicamente se leía "champú familiar". A este perro nunca se le cayó el pelo, a mí tampoco.

A pesar de que en casa nunca se celebró escandalosamente la Navidad (y no escandalosamente tampoco), solíamos comprar una vez al año una botella de sidra El Gaitero que, según me explicó mi madre, era exactamente lo mismo que el cava de los anuncios. Lo que decía mi madre iba a misa, y punto. Y así, generalizando, me crié en un imperio de similares cosas y de plasmados materialismos a los que existían allá afuera, detrás de la muralla que delimitaba mi reino, nuestro reino.

Sin embargo, se forjó en mí, sucedáneo tras sucedáneo y abrazo tras abrazo, risa tras risa, mirada tras mirada, complicidad tras complicidad y beso tras beso una denominación de origen con sello de calidad que todavía hoy perdura y que, como cualquier legado que se precie, vivirá por siempre. No estoy abierta a venta de derechos de autor en ese sentido, ni tengo afán alguno de padecer modificación que lo mejore. Mi denominación de origen sucede pero no es sucedánea y es tan mía como vuestra la vuestra y ya sabéis de qué estoy hablando, si no es así, estáis en el blog erróneo, que no errado.

lunes, 23 de noviembre de 2015

SALVAJE

Cuanto más sofisticado me resulta el mundo, más valoro la vida salvaje. Y no es salvajada cruzar una avenida plagada de tráfico sin mirar a lado y lado, ni gritar bajo una ducha de agua fría. No creo que estar asalvajado sea andar descalzo sobre el asfalto lleno de cristales, grasilla y escatologías diversas; no puede ser salvaje gastar una noche de vigilia castigando al prójimo con vociferaciones y platillos y, de paso, el hígado propio. No aceptaría como comportamiento salvaje un decibelio de más fuera de lugar - aunque se tengan mil motivos para parirlos por la boca -, ni un mal gesto facial o corporal fuera de protocolo alguno.

Yo soy salvaje cuando en la sofisticación de un dos que es un uno soy como soy, cuando respiro fuerte si así me sale o no lo hago si el envite lo merece; cuando me subordino porque lo deseo y cuando me alzo porque ocupo mi sitio en el suyo, soy salvaje cuando mis manos laceran porque caminan solas sin raciocinio pisándole sus poros y lo soy cuando se ven sujetas porque perdieron su surco frenético al chocar con las suyas que las atan; cuando clavo mis ojos mostrando que muero y cuando me dejo atravesar por un par idéntico que me perdona la vida. Y es paradoja pura. No hay acto más sofisticado que el mayor de los actos salvajes.

viernes, 20 de noviembre de 2015

VENTANUCOS

Estuve esperando un rato detrás de la puerta con ese apuro educado y ridículo que produce llamar o incluso abrir sin hacerlo en una visita que se antoja espontánea y sincera. Era una puerta robusta en cuanto a materiales y sólo sellada en las zonas clave, la distancia que se hacía hueco entre el suelo y el comienzo de la puerta no sólo dejaba paso a la patita de un cordero, también cabían millones de panfletos publicitarios y hasta cajitas de bombones tamaño "toy", ráfagas de viento colmadas de pelusas, ratoncejos perdidos buscando queso, personajes de cuento desterrados por la cruel madurez de los niños e incluso dejaba pasar la claridad hasta mis zapatos. Podía notar la luz y la temperatura del interior. A ratos encogía los dedos de los pies por el frío que percibía del otro lado para luego estirarlos hasta casi perder el equilibrio mientras un sol cálido y de patio de parvulario se paseaba entre mis uñas. Dentro se apreciaba un silencio sonoro, de esos que al apretar los ojos molestan en las templanzas del alma.

El portón tenía un ventanunco, entreabierto. Me sorprendió en él la ausencia de un herraje que impidiera meter la mano más allá, puesto que a pesar de que el diminuto ventanal estaba encajado, la madera henchida permitia desplegarlo sin traba y, probablemente, de haber tenido un brazo medianamente largo, podría haber accedido al pomo desde el interior. Cuánta confianza, pensé, en los tiempos que corren...

La madera era verde, preciosa. Se veían las vetas marrones clareando en las zonas de mayor uso, lo que hacía del portón un elemento añejo y coqueto por aquellas combinaciones tierra y verde moteadas de vejez sana. Me alegré de estar allí clavada sin abrir ni llamar, sin entrar y sin marchar, simplemente me alegré de contemplar. Pasado un poco tuve inquietud, no era hambre ni sueño, no era cansancio ni aburrimiento, no era desidia ni desgana, era lo que era, era mi pundonor tocando en la puerta no verde, no añeja, no coqueta, no nada mío. Entonces, me recordaba a mí misma, febril y maliciosamente, para qué me había postrado allí... y tenía razón. Me tocaba entrar.

Golpeé la primera vez con la misma cadencia que la mano de un púber agitando su primera caja envuelta en celofán... y nada. La segunda vez, al unísono de mis golpes, cantaron los latidos en mi pecho entonando un grito vergonzoso y descarado a la vez, y me fui soltando, puesto que a la tercera vez que toqué, el ventanuco se movió a consecuencia de mi aporreo, o quizás por mi latir, no lo sé, y mi vergüenza fingió desaparecer o más bien se pavoneó ante la puerta con cara de "venga, nena, ábrete...".

Como movida por el viento o por una mano invisible, la madera verde cedió a un lado y el frío-calor que hacía un rato me mojaba los pies inundó todo mi cuerpo. Sentí el pelo hacia atrás, contraído por aquel suspiro... y ya estaba dentro. No escuhé portazo alguno, por lo que egoísta pensé que de quedar aquello abierto, cualquiera podría aprovechar mi arrojo y colarse dentro. Sin embargo, al echar la vista a mi espalda queriendo salvaguardar mi exclusividad, sólo vi mi cara expectante, daba igual en qué dirección mirase, me vi mil veces, tantas cuantas miré... quise correr. Mis piernas eran la prolongación de unas enredaderas bonitas y malvadas que mi propio desasosiego forjaba. Tardé en comprenderlo. Lo comprendí y me calmé. Aún así, quedé impávida y firme, mi cintura magra me permitía girar sobre mi propio eje, ya que no tenía valor de sacar mis pies de aquel chotis; siempre contemplaba mi cara, mis ojos, mis estigmas y mis porvenires, no había duda, ya estaba dentro.

¿Cómo pude ovidar, pensé, después de aporrear tantas puertas sin nombre, haber colocado un letrero a la mía? De haberlo hecho, no habría tenido que estar usurpando una propiedad "privada"...

martes, 29 de septiembre de 2015

AGUJEROS NEGROS

Amar en la distancia es, probablemente, una de las maneras más desinteresadas de amar. Es compartir la alegría que no ves, aliviar las penas que no puedes abrazar, anhelar una voz con la misma intensidad que otros anhelan el roce de una mano y el abrazo en la noche. Amar en la distancia es guardar bajo llave cada pequeño gesto del día a día con la ilusión de salvarlos intactos hasta su entrega, es amar con el corazón cegando la cabeza; es aprender a fabricar un agujero negro al que van a parar las demostraciones de amor que jamás se solidificarán, para que no salgan de ahí, para que no duelan. Amar en la distancia es decir cuánto tiempo llevamos juntos y qué poco nos hemos visto y, aún así, querer seguir amando.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Perros apaleados

Fue justo en ese momento en que empecé a girar la cara al hablarte de mis pretensiones cuando relegué mis ambiciones para contigo, porque de otro modo, de frente, a los ojos, tú mirabas como un perro apaleado y a mí me dolían los estacazos. ¿Cómo siendo tuyos, para ti, venían a magullarme a mí aún con más saña? ¿cómo salir ileso, así como tú pareces? Sólo un camino posible, el que me lleva a amarte y a hacer míos tus anhelos y de nadie los míos, sólo eso. Tan fácil porque te quiero, tan difícil por eso mismo.

lunes, 22 de junio de 2015

LA LISTA DE LA COMPRA

Me encanta escribir, pero no sólo teclear, me refiero a escribir en el más estricto de sus significados. Me encanta contemplar la rapidez y naturalidad con las que mi bolígrafo va trazando cada una de las líneas y curvas que conforman las palabras. A veces me enorgullezco cuando, por ejemplo, trazo una "y" que se me antoja divina, otras veces, como cuando dibujo una "v", siento un leve halo de fracaso porque nunca hasta ahora he conseguido que mis uves me agraden del todo. Pienso en esa gente que dice "mi letra es horrible" mientras escribo, y los compadezco; a mí sí me gusta mi caligrafía, me gusta la textura que causan mis letras sobre el papel, me gusta el conjunto que hacen y cómo, paradójicamente, dan sensación de orden siendo entre ellas tan diferentes y dispares.

Mientras escribo, a veces, me gusta recordar aquellos primeros años de mi vida en los que apretaba fuerte el lápiz sobre la hoja. Yo era de borrar mucho, de perfeccionar, de buscar armonía en el trazo y, ante tanto esfuerzo, solía utilizar mis dos manos para escribir aleatoriamente, a ratos era zurda, a ratos no lo era.

Detesto un bolígrafo que se atasca, que clarea, que escupe charquitos de tinta; adoro uno que se desliza, que huele a libro, que acaricia el papel. Me gusta pasar la yema de mis dedos sobre lo escrito, notando la leve hendidura del trazo en la celulosa como si fuera Braille. Disfruto haciendo la lista de la compra y hasta creo que siempre compro de más.

sábado, 20 de junio de 2015

MI RISA

No importa si aún respiro, igualmente estaré muerta si antes muere mi risa. En eso baso mi vida, lejos de rozar la frivolidad, la risa es todo cuanto persigo. Sólo cuando río comprendo por qué estoy viva, sustento mi ser en reír porque hasta llegar a la risa mil engranajes eché a andar primero. No ríe quien no lo trabaja, reír es pelear duro en la vida, amar la mente y el cuerpo, dignificar el trabajo, extender las manos al mundo y a los otros.  Reír no me hace boba, sino grande.

jueves, 4 de junio de 2015

SI AL FIN SUPIERAS





Para cuando temas mi ausencia yo ya estaré lejos y no me salpicarán tus lágrimas, tus lloros se me antojarán brisa que me canta al oído y confundiré con mi latido cansado el paso de tus carreras intentando en valde agarrarme el vestido. Para entonces tú ya lo habrás comprendido y yo, como ahora, volveré a perder porque ya jamás sabré que al fin lo sabes.

jueves, 30 de abril de 2015

Sangre de tu sangre, voz de tu voz



Me emberrenchino porque no lo comprendo, soy capaz de recrear mentalmente la voz de Constantino Romero y hasta la del Chiquilicuatre y en cambio no puedo por más que aprieto los ojos y los sesos traer a mi cabeza el sonido de tu voz. Con lo fácil que me ha resultado siempre manejar reminiscencias, con lo bien que se me da registrar en los recuerdos en blanco y negro, ¿cómo es que aún puedo sentir el olor de aquel juguete de goma amarillo con forma de conejo? ¿cómo es que noto si quiero el sabor ácimo del caliche de la pared que tanto me gustaba picotear? ¿cómo es posible que pueda disfrutar todavía del placer de reposar mi mejilla en uno de tus brazos tiernos y no pueda oírte al menos susurrar? ni tu risa, ni una tos, ni un suspiro, ni estornudar siquiera. Lamento no haberla capturado, no haberla encerrado por siempre para tenerla luego como un himno. Y sé que era viva y alegre y sé que era concisa y firme, y sé que era dulce y cálida y sé que ninguna otra se le parece, si acaso la mía en ocasiones, pero sólo porque te pienso fuerte aunque no me dé ni cuenta.

sábado, 25 de abril de 2015

La línea entre A y B

No sé si algún día podré decirte que cuando hablas y te pierdes en tu discurso haciendo de tus palabras tu mundo yo no dejo de mirarte, y sonrío y no hay nada más que tus brazos moviéndose y tus labios sonando y mis ojos en ti; no sé si podré alguna vez contarte que cualquiera de tus manos en la mía es el pulmón que a veces me falta, no sé si seré capaz, tal vez en otra vida, de explicarte que no es agotamiento lo que me lleva a expirar sobre tu pecho cada vez que me tienes, sino el instinto de llevarte conmigo y el miedo a perderte. No sé si podré siquiera soportar que no lo entiendas, asumir que nunca lo sepas, descubrir que para ti todo es tan simple como la línea imaginaria que acaso nos une.

viernes, 17 de abril de 2015

Sé que estás ahí

Sé que estás ahí, zorramente, agazapado en tu indiferencia y aguantando con tus manos poco trabajadas esa cortinilla de halagos ya inventados que crees que te protege de mí. Y te mentiría si te dijera que no me divierte ver cómo controlas todo, aunque a veces desee desenmascararte, plantarme de un saltito delante de ti, grácil como soy y feliz como piensas, y decirte "te pillé!, sal ya del yugo de tus bambalinas, creemos juntos, dancemos, lloremos, sintamos el aire de los aplausos moviéndonos el flequillo!".

martes, 7 de abril de 2015

Te estaba esperando

-Pasa, te estaba esperando.
-No hacía falta.
-Ya, aún así...
-Hace calor aquí.
-Está adecuado a mí, a no pasar frío mientras espero. Quizás no te guste la estancia y no puedas soportar el calor.
- Bueno, es un riesgo que hay que correr.
-¿Tuyo?¿mío?
-No sé.
- Mío entonces.

viernes, 20 de marzo de 2015

Estatuas de sal

Puedo ver vuestra torpeza, vuestras miradas zigzagueantes frente a mis ojos, y también veo vuestros gestos de culpa encubierta. Os volvéis ponzoñosos y reacios y teméis que yo lo note, y lo noto, y me fijo en la incomodidad que canturrean vuestras voces, absurdamente, con melodía de excusa. Os parte en dos que yo quiebre vuestra monotonía, vuestro hábito a lo fácil. Tan acostumbrados andáis a mi risa que no sabéis tratar su ausencia. Por alguno de vosotros siento pena, en otros identifico lo ridículo y en la mayoría aprecio miedo, ese miedo que dan las pandemias y las invasiones en general. Soléis correr sin mirar a donde e incluso llegáis a reptar hacia un agujero cual sabandija que sorprendió la noche, y si optáis por quedaros, lo hacéis convertidos en estatua de sal. Si os tocara en ese momento con uno de mis índices y mi cara seria os desmoronaríais estúpidamente manchándome los zapatos. Es tan tóxica y caótica vuestra actitud que prefiero seguir sonriendo aun encontrándome librando cincuenta batallas, pobres estatuas mías.

viernes, 6 de marzo de 2015

La soledad de tenerte

Son mías mis sonrisas más prófugas y los gestos más puros, las lágrimas que más pesan y las que más saben a mar, y míos son mis pasos gráciles al caminar y los tambaleos del estupor, sólo mío el tacto de mis manos y el hueco que ocupo en la cama, como mías son mis palabras que nadie oye y el perfume de mi pelo, míos son esos suspiros que saben a ti y los que saben a plomo, y los que llevan sabores dulces y tintineos de fiesta, mías las mañanas que empiezo y las noches que abrazo, y los sueños disparatados y los sueños en los que estás tú, mío el futuro que ya es hoy, contigo, sin ti, y la forma en que te miro cuando no estás aunque estés, mía es la amargura de saber que es sólo mío aún siendo tuyo también porque en todo lo mío estás tú con tu ausencia salvaje como mi libertad, libre sonrío pero tú no ves mi risa, ni escuchas mis pasos, ni cuentas mis suspiros ni sientes mis abrazos, y así pasan los días, tuyos, míos y nuestros por separado.




lunes, 2 de marzo de 2015

Tocada, hundida y muerta

Como una pluma antigua y suave, preñada de aromas de Oriente y posada en mi hombro, cálida y ajada, agitada por su vuelo siento tu respiración que es la mía perforando mi nuca. Exhalo a través de tus poros húmedos y caigo sin remedio en la nada negra e infinita; la candencia de tus caderas me mantiene levitando como un globo colmado de helio que precisa la huida, me siento morir a cada segundo y cada segundo es la eternidad en la que me salvas la vida para darme luego la muerte, apalabrada, consentida. Y quiero seguir muriendo y seguir estando viva, tuya en esta espiral de sudor, lucha y saliva.


jueves, 26 de febrero de 2015

Un giro que no cesa

Y en ciertos momentos, cuando el campo duerme y los bichos nocturnos viven, los girasoles se hermanan, entrelazan sus raíces y corean al unísono sus cánticos sirénidos, sólo entonces el balanceo de sus cuerpos mece mis yemas y comienza el aquelarre.