jueves, 9 de julio de 2020

LA CLAVE




La forma en que peinabas mi cabello, endeble y fino como yo a veces, la cadencia en cada barrido, delicada y fuerte en su propósito, era la clave. Tu respiración pausada, insonora y aun así tan presente, clavada en mi frente agotada era la clave. Sentada, rendida ante a ti, derrotada por mis ansias de correr en todas las direcciones, reconfortaba mis ciegas ganas de saberme mortal y vulnerable, peinada y atendida como solo un adicto se dejaría cuidar. Tu paciencia infinita en cada enredo, en cada mechón y en cada sueño que con mis torpezas empañé primero era la clave. Mis brazos lánguidos, perjudicados por el exceso y la prisa, incapaces de cepillar mi vida y menos mi pelo, abatidos uno a cada lado de mi pecho abierto eran la clave. Tu miedo a romper una hebra, una sola, tu suave destreza y tu paso al frente decidido y quedo mientras yo cerraba los ojos entregada a que las quebrases todas eran la clave. Tu forma de peinar mi cabello abandonado y lábil cuando yo no puedo.