martes, 23 de agosto de 2022

AGENDAS


Anoto mierdas en mi agenda, las mías, esas que sin quitarme el sueño me hacen querer dormir a veces y despertarme pronto otras. Anoto tareas ridículas que sé que, aun sin apuntarlas, acometeré pronto o tarde, que es como a mí me gusta hacer las cosas. Escribo rápido en ocasiones y la caligrafía me lo chiva luego, como recordándome que aquello que dibujé tan feo me resultó más importante en aquel momento; y me río sin aspavientos o me sorprendo sin sobresaltos cuando días después no entiendo tanta presura en los trazos. Anoto cosas que he de hacer, o eso creo, o que ya hice, se supone, cosas que raras veces, aunque algunas, consulto pasado el tiempo. Conservo mis agendas como tesorería fina y sé que en ellas lo gordo, lo que buscaría quien profana, apenas se vislumbra a primer golpe de vista, ni al segundo ni al tercero siquiera, aunque estén en los colores, en las líneas, en asteriscos, subrayado o en la lengua del pulso. Las conservo por ser alma vieja y por si alguna vez he de alimentar a otro como yo con hambre y necesidad de minucias.

miércoles, 3 de agosto de 2022

VERANO


El verano es una infancia eterna que solo dura tres meses, es la tarde de un sábado que se antoja sempiterna. El verano es un disco favorito en su primera pista, a la que el resto sigue con sonoros atardeceres cada vez más presurosos; es la ilusión efímera, la más poderosa, es la muerte lenta de quien se sabe enfermo. El verano es un primer beso que se repetirá mil veces antes de recibir al otoño, es el amante renovado y nómada. El verano es la proyección del antes en un después mejorado que se pierde en el ahora sin expirar siquiera; es el sopor que envenena con la mayor dulzura, es el grito de la euforia contenida y la angustia venidera. El verano es el chiquillo que va a crecer aunque no quiera.