viernes, 17 de diciembre de 2021

LAS PECAS

A veces no sabes si son pecas o manchas nuevas de tanto vivir, ni siquiera sabes si te brillan los ojos o si aguantas las lágrimas. A veces te despeinas sin querer y ya no sabes si fue queriendo. Hay veces que no conoces la línea que dibujan tus labios, que parecen reír amargamente y llorar con dulzura y ambas situaciones te caben, como te caben mil amaneceres perdidos y cientos más por los que renunciar al resto de tus días. A veces te pareces a quien crees que eres y a veces tienes que estrecharte la mano por primera vez, otra vez. Y a veces, todas en realidad, te encuentras con las pecas que fueron, que son, que no son y serán sin serlo ya, con las lágrimas hacedoras de tsunamis que, en cambio, tanto brillo aportan, y con la boca enjuta y tan habladora aun muda, con los ocasos parturientos de soles nuevos los quieras o no y te abrazas abrazándolo todo en un atemporal sentimiento inexplicable y único como el ser que eres.

 

lunes, 30 de agosto de 2021

PISA


Conjunto vacío, conjunto lleno. Un mundo, el Mío, mayúsculo e imperfecto, un conjunto arisco de membranas rotas y vísceras cojas. Rompe, y cojea alrededor de mi casa, mi no casa, mi tarado conjunto vacío de todo y lleno de nada; te abro. La nada no existe y el vacío, qué hilarante, pesa. Pasa, pesa, pisa conmigo sin tocar el suelo.

sábado, 19 de junio de 2021

MI CATETO


A veces lo veo paseando y siento un arrebato que, lamentablemente, yo misma capo. Es parsimonioso en su andar y porta esa hechura que gastan los hombres humildes de antes. Yo, en el fondo de mi ser, querría acercarme a él y hablarle. No sabría muy bien qué decirle ni cómo empezar y, de hecho, me aterra molestarlo y hacerle sentir incómodo porque, sin conocerlo, sé que no merece que nadie le coma un trocito siquiera de la paz que transmite. Fuma. En ocasiones deja el cigarrillo prendido en su boca ajada y no lo aspira siquiera. Lo observa todo y no mira nada, es de esas personas capaces de ver el mundo sin intimidarlo; lo sé porque yo también lo hago. Sus zapatos están siempre gastados y camina mucho pero de forma tenue, como deslizándose por un todo que le pertenece. No sé qué edad tiene, pero me apena y me pellizca el pecho la idea de un transcurrir de meses sin volver a verlo por las calles, que a veces pasa. Sé que llegará el momento y me tocará echar a mi espalda otra pesa que cargar, por cobarde y por humana.

Mi madre lo llamaba "Mi Cateto", en mayúsculas, por supuesto, porque no era desprecio, era una frustración edulcorada y era la manera en que ella expresaba entre líneas lo que solo algunos éramos capaces de leer en titulares. Su cateto la cortejó antaño, tenaz y respetuoso, con esa socarronería queda de quienes no creen merecer aquello que anhelan, pero ella, como hacemos todos, ya fluía a través del caudal que la empujaba. En sus días más bajos, los de mi madre, sus días de poca charla conyugal, por ejemplo, a veces lo nombraba, como una anécdota o como una ensoñación, no lo sé. Quién sabe cómo habría sido la cosa con Mi Cateto, ¿te imaginas, Nurita de mi alma? Y yo qué sé, si apenas sé cómo son las cosas ahora, decía yo. Y más conversaciones, desde luego, y más llamativas y dolorosas y bellas, por supuesto, teníamos.

Y mi madre se fue y se quedó Su Cateto y yo a veces lo veo y siento la espantosa necesidad de contarle que mi madre lo nombraba alguna vez. Pero no lo hago. Ella jamás lo hizo y con eso me basta.

miércoles, 26 de mayo de 2021

EN UNA NUBE


En una nube está mi pecho, lejos del cuerpo y cerca del cielo tambaleándose vertiginoso, a ratos rompiendo en lluvia. Desde aquí lo veo, apenas parece mío. ¿Cómo voló tan alto?¿Cómo está allí tan solo con tantos como se alzan al mismo sitio? En una nube flota y me envía rítmicos compases que a veces no llegan o quizá sí lo hacen, pues me mantienen viva. En una nube está mi pecho desde hace ya mil inviernos. No ha de bajar si se lo pido, por eso me ignora y navega libre, demasiado, sin timón ni rumbo, pero libre, en ocasiones tuerto, juraría  que no ciego.

jueves, 13 de mayo de 2021

TENGO


Tengo un cajón lleno de manteca que se derrite y se desparrama, de bancos de forja en medio de la calle ansiosos de culos cansados y ojos observadores, un cajón lleno de puntos negros que crecen como flores surgiendo de la nada, de conversaciones silenciosas y pupilas habladoras, de carcajadas con lágrimas y sana asfixia, de canciones y libros, de cuencos para cereales, de coreografías estúpidas y lindas, de brisa marina y salitre reseco, de paseos en los que lo de menos son las pisadas, de siestas acaloradas, de desayunos, de transistores debajo de la almohada, de teatrillos y performances, de palabras dulces, de recetas, de estrellas y perseidas, de cigarros en la ventana y de maletas por hacer. Tengo un cajón colmado de sueños, de bellos propósitos, de futuro sano y fuerte, de quereres son poderes, de esperanzas cimentadas y semillas germinadas. Tengo un reloj que no para, que aporrea y chilla tictacs que duelen, y tengo una llave colgada en mi pecho. Tengo las voces de quienes se preocupan por mi vigilia, zarandeándome, implorándome, y tengo un cuco perezoso y libre que no aparece en las en punto. Tengo para mi cuco una flor que nunca muere.