viernes, 20 de marzo de 2015

Estatuas de sal

Puedo ver vuestra torpeza, vuestras miradas zigzagueantes frente a mis ojos, y también veo vuestros gestos de culpa encubierta. Os volvéis ponzoñosos y reacios y teméis que yo lo note, y lo noto, y me fijo en la incomodidad que canturrean vuestras voces, absurdamente, con melodía de excusa. Os parte en dos que yo quiebre vuestra monotonía, vuestro hábito a lo fácil. Tan acostumbrados andáis a mi risa que no sabéis tratar su ausencia. Por alguno de vosotros siento pena, en otros identifico lo ridículo y en la mayoría aprecio miedo, ese miedo que dan las pandemias y las invasiones en general. Soléis correr sin mirar a donde e incluso llegáis a reptar hacia un agujero cual sabandija que sorprendió la noche, y si optáis por quedaros, lo hacéis convertidos en estatua de sal. Si os tocara en ese momento con uno de mis índices y mi cara seria os desmoronaríais estúpidamente manchándome los zapatos. Es tan tóxica y caótica vuestra actitud que prefiero seguir sonriendo aun encontrándome librando cincuenta batallas, pobres estatuas mías.

viernes, 6 de marzo de 2015

La soledad de tenerte

Son mías mis sonrisas más prófugas y los gestos más puros, las lágrimas que más pesan y las que más saben a mar, y míos son mis pasos gráciles al caminar y los tambaleos del estupor, sólo mío el tacto de mis manos y el hueco que ocupo en la cama, como mías son mis palabras que nadie oye y el perfume de mi pelo, míos son esos suspiros que saben a ti y los que saben a plomo, y los que llevan sabores dulces y tintineos de fiesta, mías las mañanas que empiezo y las noches que abrazo, y los sueños disparatados y los sueños en los que estás tú, mío el futuro que ya es hoy, contigo, sin ti, y la forma en que te miro cuando no estás aunque estés, mía es la amargura de saber que es sólo mío aún siendo tuyo también porque en todo lo mío estás tú con tu ausencia salvaje como mi libertad, libre sonrío pero tú no ves mi risa, ni escuchas mis pasos, ni cuentas mis suspiros ni sientes mis abrazos, y así pasan los días, tuyos, míos y nuestros por separado.




lunes, 2 de marzo de 2015

Tocada, hundida y muerta

Como una pluma antigua y suave, preñada de aromas de Oriente y posada en mi hombro, cálida y ajada, agitada por su vuelo siento tu respiración que es la mía perforando mi nuca. Exhalo a través de tus poros húmedos y caigo sin remedio en la nada negra e infinita; la candencia de tus caderas me mantiene levitando como un globo colmado de helio que precisa la huida, me siento morir a cada segundo y cada segundo es la eternidad en la que me salvas la vida para darme luego la muerte, apalabrada, consentida. Y quiero seguir muriendo y seguir estando viva, tuya en esta espiral de sudor, lucha y saliva.