Somos la sombra de algún proyecto. La caverna de Platón. Todos somos el vestigio de aquello que se vislumbraba grande en nuestra mente pequeña para tanta expectativa. Somos a veces el moco resultante del esfuerzo y la fatiga crónica de ir a por lo mismo en mil ocasiones. La lucha, los golpes contra el cristal, el orgullo y la ira. Somos los fracasos ataviados de negro noche, de dignidad fingida y relajada negación. Eso. Somos el empecinamiento oscuro y absurdo que nos convierte en copia, la copia de lo que estando ahí, ¿en las entrañas? no sabemos usar. Y eso somos, bellos y grises, imperfectos y cansinos. Dale y dale. Y damos cuando nos dejan y cuanto queremos dar, que suele ser poco. La espiral infinita, la sombra cómoda, el yo a medias. Y a cuartos, y menos. Reservados y obstinados.