viernes, 21 de abril de 2017

PÉTALO A PÉTALO, UN LIBRO.



Es mejor escribir con tachones, mejor que un retroceso de plástico marcado por una flecha, es más hermoso a los sentidos de quien escribe conservar bajo una línea o varias o un garabato aquellas palabras que no serán las definitivas, sino que fueron sus precursoras; es mejor el papel arrugado testigo de la furia del juntaletras, reliquia de sus ripios y motivo de sus ganas. Es mejor la tinta, que no deja de ser sangre, oscura y fría, pero sangre que aún no sabe que lo es; es mejor construir montes lasca a lasca, hoja a hoja, gramo a gramo. Es más bello ver el cuerpo del hijo que crece a imaginarlo ya henchido, tocarlo y amar sus golpes, sus borrones y sus renglones torcidos. Es mejor empuñar el arma, curtir la piel, sudar la pluma, sentir las venas aporrear el trazo, ganando terreno, corriendo al son de los tambores que marcan el ritmo de la batalla, que duela, que cunda, que agote, que satisfaga. Es mejor, diría. Si yo escribiera, si yo lo hiciera, si yo lo fuera.