jueves, 18 de julio de 2019

SIN OMBLIGO


No me siento de ninguna parte, tampoco de todas. No quiero ni me nace, de nunca, de siempre. No conozco ese sentimiento umbilical que a otros ata dulcemente a un origen geográfico. No quiero ni me nace. No distingo la belleza subjetiva de lo autóctono del resto de cosas bellas, tampoco defiendo una losa o un trozo de tierra que no es trozo siquiera, sino un todo al que poder darle la vuelta. Me gusta mi parentesco etéreo con todo el conjunto y mi visión descastada para con él. Agradezco al azar, no obstante, las mieles que encuentro en los escasos metros en los que me muevo. En ninguna parte estoy bien porque ninguna son todas. Me gusta sentarme en el suelo y sentirme en el mundo.

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