jueves, 30 de abril de 2015

Sangre de tu sangre, voz de tu voz



Me emberrenchino porque no lo comprendo, soy capaz de recrear mentalmente la voz de Constantino Romero y hasta la del Chiquilicuatre y en cambio no puedo por más que aprieto los ojos y los sesos traer a mi cabeza el sonido de tu voz. Con lo fácil que me ha resultado siempre manejar reminiscencias, con lo bien que se me da registrar en los recuerdos en blanco y negro, ¿cómo es que aún puedo sentir el olor de aquel juguete de goma amarillo con forma de conejo? ¿cómo es que noto si quiero el sabor ácimo del caliche de la pared que tanto me gustaba picotear? ¿cómo es posible que pueda disfrutar todavía del placer de reposar mi mejilla en uno de tus brazos tiernos y no pueda oírte al menos susurrar? ni tu risa, ni una tos, ni un suspiro, ni estornudar siquiera. Lamento no haberla capturado, no haberla encerrado por siempre para tenerla luego como un himno. Y sé que era viva y alegre y sé que era concisa y firme, y sé que era dulce y cálida y sé que ninguna otra se le parece, si acaso la mía en ocasiones, pero sólo porque te pienso fuerte aunque no me dé ni cuenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario