lunes, 22 de junio de 2015

LA LISTA DE LA COMPRA

Me encanta escribir, pero no sólo teclear, me refiero a escribir en el más estricto de sus significados. Me encanta contemplar la rapidez y naturalidad con las que mi bolígrafo va trazando cada una de las líneas y curvas que conforman las palabras. A veces me enorgullezco cuando, por ejemplo, trazo una "y" que se me antoja divina, otras veces, como cuando dibujo una "v", siento un leve halo de fracaso porque nunca hasta ahora he conseguido que mis uves me agraden del todo. Pienso en esa gente que dice "mi letra es horrible" mientras escribo, y los compadezco; a mí sí me gusta mi caligrafía, me gusta la textura que causan mis letras sobre el papel, me gusta el conjunto que hacen y cómo, paradójicamente, dan sensación de orden siendo entre ellas tan diferentes y dispares.

Mientras escribo, a veces, me gusta recordar aquellos primeros años de mi vida en los que apretaba fuerte el lápiz sobre la hoja. Yo era de borrar mucho, de perfeccionar, de buscar armonía en el trazo y, ante tanto esfuerzo, solía utilizar mis dos manos para escribir aleatoriamente, a ratos era zurda, a ratos no lo era.

Detesto un bolígrafo que se atasca, que clarea, que escupe charquitos de tinta; adoro uno que se desliza, que huele a libro, que acaricia el papel. Me gusta pasar la yema de mis dedos sobre lo escrito, notando la leve hendidura del trazo en la celulosa como si fuera Braille. Disfruto haciendo la lista de la compra y hasta creo que siempre compro de más.

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