Fue justo en ese momento en que empecé a girar la cara al hablarte de mis pretensiones cuando relegué mis ambiciones para contigo, porque de otro modo, de frente, a los ojos, tú mirabas como un perro apaleado y a mí me dolían los estacazos. ¿Cómo siendo tuyos, para ti, venían a magullarme a mí aún con más saña? ¿cómo salir ileso, así como tú pareces? Sólo un camino posible, el que me lleva a amarte y a hacer míos tus anhelos y de nadie los míos, sólo eso. Tan fácil porque te quiero, tan difícil por eso mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario