viernes, 21 de junio de 2019

TODO, NADA


Cuando todo es nada cualquier cosa se convierte en algo, un algo pasajero y pleno, no obstante, en ese momento en el que esas cosas cualesquiera son todo cuanto uno tiene o, espejismos racionales, cree tener. Vacío o lleno. Se sabe que es vacío y se llena con la nada que hace de todo. La culpa, a veces, el pesar, la contemplación del fallo propio no hacen más que renombrar ese vacío, tan lleno de banalidades y fuegos fatuos. Lleno al fin y al cabo, más al cabo que al fin, el fin es el presente eterno que, desgraciadamente, no llena, aunque lo parezca, y funciona a ratos. ¿Qué falta? ¿Qué era que ya no será? ¿Cuál es ese hueco maldito de cada uno? ¿Por qué cuesta tanto ponerle nombre?

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